¿De quién es una marca?
¿De quién es una marca?
¿Cuándo una marca deja de ser de su creador y pasa a ser propiedad de sus entusiastas? ¿Cuándo llega una marca a convertirse en culto? ¿En parte integral del día a día de sus consumidores? Existe un fino balance entre el consumo de una marca para zacear una necesidad y consumir una marca por amor hacia ella y sentido de pertenencia. En marketing hay muchos casos donde se han presentado situaciones donde los “propietarios” o guardianes de una marca/producto han subestimado el attachment del mismo con sus adeptos, me llega a la mente inmediatamente el caso de New Coke, quizás el traspié más grande en la historia dado de que producto se trataba y su prominencia no solo en ventas, si no cultural.
Pepsi-Cola a mediados los setenta
había lanzado el exitoso Pepsi Challenge, una prueba a ciegas de ambos productos
donde sorpresivamente, hasta para los ejecutivos de Pepsi, esta resultaba ganadora
2 a 1 sobre Coca-Cola. Estos esfuerzos se hacían primordialmente en el Off
Trade (Supermercados y cadenas de conveniencia) lo que facilitaba que después de
los resultados ser debelados el bebedor de cola podía hacer el cambio y comprar
una Pepsi aunque su intención inicial era la de llevar a su casa una Coke. Esta
promoción, junto a fuertes esfuerzos publicitarios, empezaron a comerle poco a
poco la dominante cuota del mercado de Coca-Cola hasta que a inicios de los
años Ochenta, por primera vez en la Guerra de las Colas, Pepsi sobrepasó a Coke
como el número uno en ventas en Estados Unidos, entendiblemente en el HQ de
Atlanta estaban muy preocupados y la solución para revertir este fenómeno fue frenar
el Pepsi Challenge considerándolo como un literal Focus Group, los ejecutivos
de Coca Cola tomaron sus resultados con la fe ciega que sus consumidores preferían
el sabor más dulce de Pepsi versus el más áspero de Coke, por lo que
procedieron a crear una nueva fórmula de Coca Cola, con la intención de retirar
la Coca-Cola “vieja” y sustituirla por la que sería el nuevo producto punta de
lanza de la marca: NEW COKE.
Ellos no estaban errados, la data estaba de su lado, el problema fue que subestimaron lo que significaba Coca-Cola para los estadounidenses, y realmente el resto del mundo, este ya no era un simple refresco de cola, era parte de la identidad de ellos, de su pasado, un triunfo comercial que había invadido el mundo y se tomaba por doquier. Después del lanzamiento con toda la fanfarria y musculo publicitario del gigante de Atlanta vino un backlash tan grande y con tanta furia que solo unos meses después reintrodujeron la fórmula original como Coca Cola Classic (manteniendo New Coke en las estanterías) y poco a poco con el pasar de los años fueron sacando del mercado la New.
¿Moraleja de esta pifia de marketing? La marca no solamente les pertenecía a sus accionistas, los consumidores también eran dueños por medio a su sentido de pertenencia y cualquier cambio a su preciado producto habría que primero ser consultados en una mesa de directores imaginaria.
Otro caso más reciente se
presentó en Hollywood cuando The Walt Disney Company compra LUCASFILM LTD por
la módica suma de $4.05 billones de dólares a su fundador George Lucas. Por
medio a esta empresa Lucas trajo al mundo la exitosa saga de La Guerra de las
Galaxias (STAR WARS) y las aventuras de Indiana Jones, entre otras. Por lo que
la adquisición de estos derechos por Disney hacía mucho sentido en teoría y en
papel, siempre y cuando las películas, series y demás nuevo contenido creado de
ahora en adelante estuviera en sintonía y honrara lo que había pasado hasta ese
momento…No fue así. En este caso nuevamente se subestimó al consumidor, sacando
productos nuevos que no estaban acorde con los valores y promesas de marca que
ya estaban cementados desde el 1977, año de la primera película de la saga. Ya
esta marca, mucho más que Coca-Cola, se había convertido en algo más que un
ente comercial, algo más que un móvil para venta de juguetes, se había tornado en
una parte esencial de muchos de sus adeptos, hasta el punto de para muchos
llegar a ser filosófica y religiosa, tomando el concepto de “La Fuerza” como un
compás moral. Y estos al ver que las películas y series eran dirigidas y
conceptualizadas por individuos que en muchos casos no conocían el source
material, evidente en el desuso y mal uso de personajes antiguos, peor aún era
evidente que no Disney no tenía un plan a largo plazo de manejo de la marca, lo
que hizo que cada producto nuevo que salía difería de su predecesor, creaba
mayor confusión y descontento al punto de que cada película nueva tenía una recaudación
en taquilla menor que la anterior y cada nueva serie tenía menor cantidad de
views en su plataforma de streaming corporativa, Disney Plus.
Los consumidores tradicionales y
frecuentes de esta marca habían rechazado por completo la nueva oferta brindada
por sus nuevos propietarios, poniendo en riesgo la inversión billonaria que se había
hecho adquiriéndola, solo por estos no entender que ya Star Wars tenía una
madurez de producto tal que tenía componentes incambiables, como la fórmula de
la Coca-Cola discutida anteriormente, ingredientes como los personajes de antaño
no debían antojadizamente cambiar repentinamente para satisfacer un escritor o
director de turno. La historia canónica creada por las seis películas anteriores
no debía de ser alterada y en casos destruida para satisfacer la necesidad de
la creación de una nueva serie o de un nuevo contenido. Todas estas
infracciones iban en el detrimento de los consumidores frecuentes hasta el
punto que hoy en día es considerada un Damaged Brand.
Los guardianes de las marcas
deben de entender que estas son entidades vivas, que deben de ser nutridas y
cuidadas para garantizar el sano crecimiento de las mismas apoyadas en los
pilares y valores creados en su heritage, en la rica historia que realmente las
hace valiosa. Para Lucasfilm, la Guerra de las Galaxias no era valiosa por el
dinero que una película hacia o la cantidad de juguetes que vendía en un año,
el real valor de esa marca estaba en la lealtad incondicional de una legión de
consumidores que precisamente comprarían ese próximo producto porque ya era
parte de su estilo de vida, de su fandom, algo que Steve Jobs, por mencionar a
otro genio, lo conocía a la perfección.
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